· 

ODA A LA INTELIGENCIA DEL HOMBRE PARA INVENTARSE LA VIDA

Autor: Eduardo Vera López[1]

 

…voy caminando por la acera, ¡que increíble!, una banqueta de al menos cinco metros, y todo para el peatón, se distingue la perspectiva infinita al fondo, formada por las banquetas, los árboles, las acequias y la autovía; es hermoso observar el túnel central hecho por las dos hileras paralelas de las copas de los árboles, por donde circulan los autos, y a su vez, a los extremos, los túneles secundarios formados con las copas hacia las fachadas edificadas.

 

...¡qué maravilla!, una ciudad en medio del desierto, que presenta vegetación abundante de árboles caducifolios, cuyo follaje en verano amortigua las altas temperaturas y, al perderse en invierno, cuando la temperatura es bajo cero, permite la entrada directa del sol, calentando espacios públicos y privados.

 

La avenida remata, al fondo, con una inmensa área verde, donde sus habitantes: transeúntes, escolares, vecinos; descansan del sol, toman la siesta sobre una alfombra verde, que al extenderse, se convierte en los jardines de la ciudad universitaria [2], dentro de la que se ubica un estadio mundialista, un lago artificial dispuesto al canotaje; y más allá, un zoológico.

 

…y ¿qué son las acequias?, pues verán, son unas pequeñas depresiones, más parecidas a una trampa donde caer, pero que los vecinos profesan un gran fervor, al dedicarle una parte de tiempo a su limpieza; y es que, al menos, dos veces por semana, estas pequeñas canaletas, de escasos cincuenta centímetros de profundidad y ancho, a lo largo de todas las banquetas que pude ver, se llenan de agua, la cual es utilizada para regar los jardines del frente, los árboles exuberantes de copas no inferiores a los diez metros.

 

…y ¿de dónde viene esa agua?, pues no lo creerán, esa agua viaja cientos de kilómetros, de la montaña, del deshielo de sus cumbres, y por gravedad, corre, corre a través del árido desierto, producto de esa misma cordillera a la que le deben la vida; pero que en una de esas cosas vacilantes de la vida, es una barrera natural a los vientos y lluvias exquisitas que mantienen las ricas llanuras y verdes pastizales de sus vecinos[3], del otro lado de la montaña.

 

…es impresionante pensarlo nuevamente, ya que existen dos centros urbanos, que son oasis artificiales en medio de la nada; aunque tampoco sea correcto decir esto, sobre todo, cuando recorrí sus carreteras, encontrando constantes parajes de sembradíos, sólo divididos por hileras de cipreses, y al detenerme a un costado de la vía, para observar de cerca éstos preciosos viñedos que enmarcan la cordillera nevada, pude constatar, que mucha tierra no lo es, son rocas, je je, sí, la vid está sembrada en rocas, alimentadas por unas pequeñas cañuelas que lo irrigan por un sistema, denominado por goteo.

 

…lo más increíble de todo, es que ésta ciudad[4], de un poco más de un millón de habitantes, sembrada al pie de la cordillera andina, tiene técnicas prestadas de sus antecesores, culturas prehispánicas conocidas como los “huarpes”; y lo más gracioso, es que esas técnicas para conducir el agua dentro de la ciudad, ya la había visto escasos tres años antes, al visitar una zona arqueológica llamada “Cempoala”, en algún tiempo habitada por los totonacas. 

 

¿Acaso, no valdría la pena replantearse nuevamente las cosas, evitar el prejuicio de caer en teorías o lineamientos establecidos? Al poco tiempo de que personalidades como Le Corbusier, plantearan su propuesta[5] de ciudad, ellos mismos, cayeron en la cuenta de no continuar con sus ideas, se contra dijeron y cambiaron o ampliaron su visión; sin embargo, muchos otros arquitectos en otras partes del mundo, sea porque las ideas llegan con un desfase en el tiempo, continuaron aplicando estos principio, entre ellos, urbanistas mexicanos.

 

¿Qué le habrán dicho a Cerda, cuando planteaba su diseño de manzana con chaflán, para Barcelona? O bien, ¿Qué habrán dicho las autoridades de la municipalidad de Buenos Aires, al ver la propuesta de la avenida 9 de Julio? …es muy hermosa su propuesta, pero se desperdician dos hileras de manzanas a lo largo de la avenida, entre ésta y las calles Cerrito y Pellegrini. Sin embargo, esto permite, que hoy en día, uno la atraviese sin necesidad de puentes peatonales, al detenerse en los colchones verdes creados y, admirar las fachadas de sus edificios.

 

Quizá valdría la pena, aparte de los estudios consabidos para la proyección de las ciudades, realizar experimentos como “seguir el hilo de Ariadna”, para conocer las distancias y a los lugares que comúnmente nos desplazamos. O modificar, el trazo ortogonal de alguna avenida, curvearla, introducirla en una zona marginada, para que permita el acercamiento a estos lugares y modificar su condición. Quizá los urbanistas, debiesen leer más literatura, del tipo de “Ciudades invisibles”, como parte de sus espoletas mentales en los procesos creativos de generación de los espacios urbanos.

 

 

 

 

 

 

“El imaginario urbano y territorial de la globalización".

 

“IV Congreso Internacional Ciudad y Territorio Virtual 2007”.

 

 

 

[1] Alumno de la Maestría M.P.E.y G. de la U. de G., generación 2005-2007. Arquitecto egresado de la Universidad Veracruzana, generación 1999-2004, titulado por promedio. Intercambio entre U.V. y Universidad de Mendoza en Argentina, Feb-Ago/2003.

[2] Universidad del Cuyo. Mendoza, Argentina.

[3] Región central de chile: Santiago, Valparaíso y Viña del mar.

[4] Mendoza, Argentina.

[5] Cuatro principios: Trabajar, descansar, recrearse, transportarse.

Escribir comentario

Comentarios: 1
  • #1

    Aarón Ramos Torres (lunes, 03 agosto 2020 10:51)

    Increíble!!. Sin duda mucha inspiración y parte de sus vivencias.