Unas palabras...

Mi objetivo profesional ha sido aplicar mis conocimientos en el análisis y síntesis de la actividad arquitectónica; desde el diseño arquitectónico a los campos del diseño estructural, el diseño ambiental, el hábitat, la seguridad; en la realización del proyecto ejecutivo, la administración y dirección de la construcción; permitiendo desarrollar, ampliar y diversificar la investigación dentro de las áreas laborales que desempeño.

 

En otras palabras... disfrutar al máximo la arquitectura, desde el boceto o maqueta hasta la construcción misma, sin soslayar que se trabaja con los recursos de un cliente; esto ha generado hacer de los clientes amigos, y en ocasiones compañeros de experimentos que ha permitido "ganar" a ambas partes, el cliente queda encantado con el trabajo y, en lo personal, puedo convertir una idea en realidad.

 

He tenido la oportunidad de estudiar ésta maravillosa carrera (arquitectura), estando en la escuela decidí correr el riesgo de irme de intercambio a otro país (Argentina), que dicho sea de paso, además de disfrutar (ya que me trataron de maravilla) aprendí demasiado en poco tiempo (en seis meses fue un choque de realidades: lenguajes, comidas, climas, ambientes, escuelas, tareas, etc).

 

Éste evento se motivó al observar a estudiantes de intercambio (argentinos) que llegaban a mi escuela, con un bagaje de ideas y proyectos antes no visto, quizá ese fue el inicio de la aventura por el diseño. Posteriormente ingresé a la maestría en proyectos y expresión gráfica, avalada por conacyt, y comprendí muchos de los conocimientos y herramientas observadas durante el intercambio.

 

Considero que todos los conocimientos adquiridos en la vida profesional, conllevan a una visión más profunda de la vida; constantemente trato de viajar sea por trabajo o por disfrute (a un "pueblito" o a una ciudad, se disfruta y aprende...) aprovechando la virtud de mi profesión.

Si reflexionamos en la creatividad de los genios musicales, quienes sólamente con siete notas han escrito un incalculabe acervo de obras magistrales, la diferencia entre Beethoven, Chopin, Wagner o Vivaldi, es su capacidad de combinar sólo siete elementos a su disposición y, por supuesto, su magia creativa; y qué decir de la literatura, en la lengua española treinta letras han sido los únicos recursos de los cuales han dispuesto los grandes escritores. Cabría preguntarnos: ¿cuánta música y literatura falta aún por crear?

Autor desconocido.

ARQ. EDUARDO VERA LÓPEZ